Está lista para ir a juicio la causa contra los ocho rugbiers por el crimen cometido en Villa Gesell
Este lunes 18 de enero se cumple un año del asesinato de Fernando Báez Sosa, el adolescente atacado por un grupo de jugadores de rugby a la salida del boliche Le Brique, en el balneario de Villa Gesell. El crimen, calificado como “homicidio doblemente agravado por su comisión con alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas” dejó marcada una herida irreversible en los familiares y amigos de Fernando, y una fuerte conmoción en la sociedad. A un año de haber perdido a su único hijo, Graciela Sosa y Silvino Báez se reunieron con el Presidente Alberto Fernández, y esperan el juicio donde se definirá la condena de los responsables.
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Luego de diez meses de una intensa investigación, en noviembre la fiscal Verónica Zamboni, quien siguió la causa desde el primer momento, presentó ante el juez David Mancinelli, a cargo del Juzgado de Garantías de Villa Gesell, la requisitoria de elevación a juicio contra los ocho imputados, jugadores de rugby en el club Náutico Arsenal Zárate: Máximo Pablo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Franco Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz, Lucas Pertossi y Luciano Pertossi. El pedido se deriva del análisis de casi un centenar de pruebas –la autopsia, peritajes a los celulares de los imputados, peritajes en el lugar de los hechos y otros sobre las prendas de los imputados tanto como de las víctimas, declaraciones testimoniales, registros fílmicos y fotográficos, informes de diferentes organismos y muestras de ADN– con las que la fiscal pudo determinar la participación que cada uno de los imputados tuvo en el ataque que terminó con la muerte de Báez Sosa.
Los diez rugbiers que se encontraban esa noche en Le Brique se sacaron una selfie esa misma madrugada, después de haber dejado muerto al adolescente porteño frente al boliche, donde se los ve sonrientes y con los pulgares hacia arriba. También fueron a desayunar a un local de comida rápida, y en el grupo de Whatsapp intercambiaban mensajes donde decían que la víctima “caducó”, y festejaban “ganamos”.
La organización del crimen
Según el relato de Zamboni, basado en las declaraciones, la agresión comenzó dentro del boliche, cuando Báez Sosa, junto con tres amigos, se encontraba en la pista de baile escuchando el recital del trapero Neo Pistea, y por accidente rozó a uno de los agresores. “Fernando levantaba el dedo como que no había pasado nada”, relató en su declaración uno de los amigos de Fernando y advirtió que “este muchacho mientras se retiraba lo seguía mirando feo a Fernando”. Más tarde, camino al baño del boliche, uno de los amigos de Báez Sosa se encontró nuevamente con uno de los agresores, con quien tuvo “un choque por la cantidad de gente que había”, según declaró frente a la fiscal. El choque dio lugar a una serie de “manotazos”, que Fernando intentó detener y que fueron el detonante que llevó a los encargados de seguridad del boliche a sacar a ambos grupos del establecimiento. Según declaró el mismo amigo de Báez Sosa, quien recibió un golpe en la boca cuando intentó defenderlo de los golpes y patadas de los rugbiers, en varias oportunidades solicitaron ayuda a los encargados de la seguridad del boliche, quienes “estaban todos mirando, pero nadie se acercaba”.
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