El agente de inteligencia retirado Bernardo Caballero admitió que “todos en Campo de Mayo sabían del centro” clandestino, reclamó que se investigue a “los jefes que están bajo un paraguas protector”, involucró en crímenes a otros miembros del Ejército y contó que había reuniones entre las autoridades militares y los dueños de las fábricas de la zona.
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