Diez cosas que sabemos del COVID-19 a un año de su llegada a la Argentina

En tiempo récord para la ciencia, contamos con información clave: su posible origen, la forma en la que se transmite y cómo podemos minimizar el riesgo de exponerse al contagio. Además, la importancia de ya estar vacunando

El anuncio del primer caso confirmado por COVID-19 en la Argentina hace exactamente un año cambió para siempre el día a día y la vida de todos. Los conceptos de “virus SARS-CoV-2”, enfermedad por “el nuevo coronavirus” y “pandemia” empezaron a resonar fuerte en la sociedad y a generar temor ante lo desconocido. Hoy, 365 después, podemos decir que contamos con información clave: su posible origen, la forma en la que se transmite y cómo podemos minimizar el riesgo de exponerse al contagio.

En esta nota, las diez principales certezas científicas desmenuzadas en tiempo récord gracias al incansable trabajo de investigadores de todo el mundo.

1- Orígenes y especificidades del SARS-CoV-2

Aunque aún no se conoce con certeza absoluta, se sabe que la transmisión a las personas llegó desde un animal, quizás directamente desde un murciélago o mediante la infección de una especie intermedia, como ocurre en el SARS y el MERS.

Gracias a la secuenciación genómica que emplea muestras de pacientes procedentes de diversas áreas geográficas, es posible rastrear la propagación y evolución del SARS-CoV-2 que, como todos los virus, sufre diversas mutaciones a medida que se disemina. Actualmente se sabe que el SARS-CoV-2 no muta en exceso, pero dado su carácter pandémico es necesario vigilar de cerca el surgimiento de nuevas variantes, como la descrita recientemente en Reino Unido, ya que pueden alterar la evolución, extensión o gravedad de la pandemia.

El análisis del grupo inicial de infecciones sugiere que los individuos infectados tenían un punto de exposición común, un mercado de mariscos en Wuhan, provincia de Hubei, China.

Los locales gastronómicos de este mercado son conocidos por proporcionar diferentes tipos de animales salvajes para consumo humano. Además, el mercado de mariscos de Huanan South China también vende animales vivos, como aves de corral, murciélagos, serpientes y marmotas y se cree que este podría ser el punto donde ocurrió la transmisión zoonótica (del animal al humano). Aunque se alega que el SARS-CoV-2 se originó a partir de un huésped animal con mayor transmisión de persona a persona, la probabilidad de transmisión por alimentos debe descartarse con investigaciones adicionales, ya que es una posibilidad latente.

El artículo de 26 páginas que Li-Meng Yan realizó en coautoría de otros tres médicos se titula: “Características inusuales del genoma del SARS-CoV-2 que sugieren una modificación de laboratorio sofisticada en lugar de la evolución natural y la delimitación de su ruta sintética probable”.

En el estudio, Yan escribe que el virus que causa el COVID-19 podría haber sido “creado convenientemente”, dentro de un laboratorio durante un período de solo seis meses, ya que “muestra características biológicas que son inconsistentes con un virus zoonótico natural”.

2- La transmisión

El primer modo de transmisión del coronavirus probado es el de las micro gotículas de saliva o flügge que expulsa una persona infectada al toser o estornudar, y también cuando canta o habla.

El virus utiliza ese entorno húmedo como vector, y puede infectar a otra persona si alcanza su boca, su nariz o sus ojos, por donde pasa a las células de las vías respiratorias. Los científicos consideran que ello requiere de un contacto cercano, de alrededor de un metro y que esas gotículas de entre 5 y 10 micras son relativamente “pesadas” y caen rápidamente, no permanecen suspendidas en el aire.

Más de 200 científicos publicaron una carta abierta a la OMS el 6 de julio advirtiendo sobre la transmisión en el aire de COVID-19 a través de aerosoles e instando a la organización a reconocer los riesgos. La OMS respondió con una actualización en la que reconoció la creciente evidencia de propagación de la enfermedad en el aire, pero lo hizo con dudas.

Los aerosoles son partículas que están suspendidas en el aire. Cuando los humanos respiran, hablan, cantan, tosen o estornudan, las gotitas respiratorias emitidas se mezclan en el aire circundante y forman un aerosol. Debido a que las gotas más grandes caen rápidamente al suelo, los aerosoles respiratorios a menudo se describen como formados por gotas más pequeñas, o aproximadamente una décima parte del ancho de un cabello humano.

El virus también puede fijarse en superficies alcanzadas por las gotículas, como teclados, picaportes de puertas, botones de ascensores, teléfonos, etcétera, que, si una persona sana los toca y luego se toca la cara, puede contagiarse.

Diferentes estudios han mostrado que el coronavirus puede permanecer mucho tiempo en superficies inertes, desde varias horas a incluso días si la temperatura y la humedad son favorables. Sin embargo, al cabo de unas horas, solo quedan restos, una cantidad insuficiente para contagiarse.

3- Cuadros clínicos y respuesta inmunitaria

Según precisó a Infobae el médico especialista en medicina interna y neumonólogo Alexis Doreski (MN 141740) “en primer término, cabe resaltar que la etapa de replicación viral es en la mayoría de los casos limitada y no se extiende más allá de los 10 a 12 días posteriores al inicio de los síntomas, encontrándose la mayor carga viral al comienzo de los mismos”.

El director de investigación clínica y uno de los fundadores de Fundación Respirar explicó que “esta primera fase viral puede estar circunscripta a vías aéreas superiores o extenderse al pulmón, originando un cuadro de neumonía intersticial aguda”. “A medida que la respuesta inmune se pone en marcha, se produce una abrupta disminución de la replicación viral, dando paso a la segunda fase o fase inflamatoria -ahondó el especialista-. Esta es una etapa crucial en la progresión de la enfermedad ya que si el paciente desarrolla una respuesta inflamatoria moderada, en la gran mayoría de los casos evoluciona favorablemente”.

No obstante, cabe recordar que la calidad e intensidad de la respuesta inflamatoria “varía de un individuo a otro, de acuerdo al estado y características propias de la inmunidad de cada uno”. “Además, la presencia de ciertas comorbilidades como edad avanzada, diabetes, tabaquismo, hipertensión arterial y obesidad implica por sí misma un factor de mal pronóstico -agregó Doreski-. Cuando estas condiciones convergen, se desencadena una respuesta hiperinflamatoria, resultando en un cuadro moderado a severo”.

4- Epidemiología

Las personas mayores suelen sufrir una enfermedad más grave, con mayor probabilidad de complicaciones; también se ha comprobado que la COVID-19 afecta más a los hombres que a las mujeres, y que en niños y jóvenes la infección es más leve. Asimismo, se sabe que las personas con sobrepeso son especialmente susceptibles a padecer un cuadro grave. Un artículo publicado por The British Medical Journal (BMJ) reveló que la obesidad es un factor de riesgo independiente para enfermedades graves y muerte por COVID-19. “Múltiples mecanismos podrían explicar la relación entre obesidad y COVID-19, entre ellos la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE 2), es decir, la transmembrana que el SARS-CoV-2 usa para la entrada celular, y que existe en grandes cantidades en personas con obesidad”, explicaron los investigadores.

Según este estudio, “aún no está claro si este es el resultado de una mayor expresión de ACE 2 en los adipocitos de personas con obesidad o que tienen más tejido adiposo en general (y, por lo tanto, un mayor número de células que expresan ACE 2).

5- Vacunas

Es por lejos el aspecto más destacado. En poco más de un año desde el primer caso a nivel global, la humanidad ya cuenta con 4 vacunas aprobadas, 8 autorizadas para su uso de emergencia, 20 en Fase III, 27 en Fase II y 40 en Fase I preclínica, de acuerdo a lo informado por el rastreador de inoculantes en tiempo real de The New York Times.

Las primeras en alcanzar la aprobación de las agencias reguladoras fueron las vacunas de ARN mensajero de las compañías Pfizer-Biontech y Moderna.

Laboratorios, compañías e institutos de investigación de todo el mundo compiten por encontrar la fórmula que le ponga fin a la pandemia. Desde el Reino Unido hasta China, pasando por los Estados Unidos y Australia, incluso con dos desarrollos sólidos en la Argentina, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente hay en desarrollo más de 182 vacunas en todo el mundo, de las cuales 74 ya están siendo probadas en humanos.

6- El debut del ARN mensajero

Dos de las vacunas más exitosas contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad COVID-19 son las de Pfizer/BioNTech y la de Moderna, aprobadas en uso de emergencia por la Food and Drug Administration (FDA), la reguladora médica estadounidense.

Estas vacunas que están siendo aplicadas por millones de dosis cada semana en varios países del mundo, han generado un impacto positivo porque están basadas en una nueva plataforma de desarrollo, que utiliza el innovador ARN mensajero.

Ahora, en base a esta exitosa plataforma ideada hace 30 años, pero probada masivamente durante esta pandemia, muchos científicos se entusiasman en afirmar que es el punto de partida de una nueva era de inoculaciones contra varias enfermedades existentes.

Los doctores Drew Weissman, Katain Karikó y Norbert Pardi, de la Universidad de Filadelfia, que en 2015 crearon el envoltorio adecuado para que el ARN mensajero llegue a las células del sistema inmune, ya están desarrollando nuevas vacunas de ARN para 30 enfermedades infecciosas diferentes. “Cinco de ellas se están probando ya en humanos: dos contra el virus del sida, una contra la gripe estacional, otra contra todas las gripes, y otra contra el virus del herpes genital. Esta tecnología tiene un potencial enorme”, explicó Weissman. Potencialmente el ARN permite atacar a muchos patógenos, no sólo virus, sino también parásitos como el de la malaria, aclararon los especialistas.

Los tres expertos inmunólogos desarrollaron este envoltorio compuesto de nanopartículas lipídicas esféricas hechas de grasa que transportan hasta las células del sistema inmune el ARN mensajero. Antes de desarrollar la vacuna contra COVID-19, el equipo de Weissman pudo comprobar en animales que estas dosis encapsuladas generan una respuesta inmune mucho más efectiva, por ejemplo contra la gripe. La clave es que estimulan la producción de linfocitos T auxiliares foliculares, que a su vez estimulan la producción de anticuerpos contra el virus y células de memoria que serán capaces de reconocerlo meses, años, tal vez incluso décadas después.

7- Récord de publicaciones científicas

El conocimiento científico acerca del COVID-19 se propagó tan rápido como los millones de contagiados en todo el mundo. ¿El resultado? Desde el inicio de la pandemia hasta octubre de 2020 se han publicado más de 87.000 artículos sobre el virus.

Este dato revelador se desprende de un estudio realizado por Caroline Wagner, profesora de la Facultad de Asuntos Públicos John Glenn de la Universidad Estatal de Ohio, junto con Xiaojing Cai de la Universidad de Zhejiang en China y Caroline Fry de la Universidad de Hawai.

Para la investigación, buscaron artículos relacionados con el coronavirus en varias bases de datos científicas y encontraron que se confeccionaron 4.875 artículos sobre el tema entre enero y mediados de abril de 2020. Eso aumentó a 44.013 a mediados de julio y 87.515 a principios de octubre.

Los científicos a su vez compararon la investigación sobre coronavirus con la realizada en la década de los noventa sobre nanotecnología o ciencia a nanoescala, que acaparó la atención científica en esos años.

Se requirieron más de 19 años para pasar de 4.000 a 90.000 artículos científicos sobre ese tema. Un número considerable de estudios. Pero con una velocidad de producción menor a la lograda por COVID-19. “La investigación del coronavirus alcanzó ese nivel en unos cinco meses”, resaltó Caroline Wagner, líder del equipo.

8- Nuevos tratamientos frente a los casos más graves

Se conoce mucho más de la enfermedad y, aunque no se dispone por el momento de un antiviral específico que inhiba el virus, existen al día de hoy combinaciones de tratamientos que mejoran mucho el pronóstico y reducen la mortalidad de los casos más graves. Antivirales, antiinflamatorios, anticoagulantes, corticoides, inhibidores de la tormenta de citoquinas y anticuerpos monoclonales son algunos ejemplos.

Más de 400 ensayos clínicos en curso demuestran que las terapéuticas están a la vuelta de la esquina.

9- Evolución de la propagación del virus en tiempo real

A partir de la irrupción del SARS-CoV-2 en el escenario global apareció el término infodemia, el cual se emplea para referirse a la abundancia de información sobre un tema concreto. El término se deriva de la unión entre la palabra información y la palabra epidemia. Todo el globo recibe actualizaciones diarias, e incluso más de una al día sobre el número de casos nuevos confirmados por COVID-19, personas fallecidas, cantidad acumulada, total de contagiados activos y situación de los sistemas sanitarios. Esto es inédito, nunca antes había pasado. El efecto que puedan tener las nuevas variantes genéticas del SARS-CoV-2 en la vacunación y en el transcurso de la pandemia es una incertidumbre, pero diferentes rastreadores estadísticos en tiempo real permiten anticiparnos a la información y movimiento de la afección en cada país.

Debido a que los cambios genéticos pueden tener un potencial efecto en cómo se comporte el virus, su análisis y seguimiento es fundamental.

La buena noticia es que hoy tenemos la capacidad de seguir la evolución a tiempo real del virus y la aparición de nuevas variantes genéticas. Hay ya más de 260.000 secuencias del genoma de SARS-CoV-2 disponibles en las bases de datos.

10- El distanciamiento social es, hasta el momento, la única manera de minimizar el contagio

Según precisó el doctor Paul A. Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas del Children’s Hospital of Philadelphia y experto reconocido internacionalmente en virología e inmunología, en una entrevista con el sitio Medscape, “existen dos formas de detener este virus: una son las medidas higiénicas, como mascarillas, distanciamiento social, lavado de manos, y la otra es la vacuna. Con esos dos, podrá controlarse este virus. Pero se necesitarán ambos”.

“Lo que me preocupa es que si tuvieras que elegir cuál es el más fuerte de los dos, yo iría con medidas higiénicas. Quiero decir, si uso una máscara y me pongo a dos metros de ti, y tú usas una máscara y te paras a dos metros de mí, las posibilidades de que yo contraiga el virus de ti o tú de mí son casi nulas. Tienes dos cosas a tu favor. Uno, tienes una máscara, que va a prohibir que las pequeñas gotas del virus viajen muy lejos. Y dos, incluso si no usara una máscara y me quedara a esa distancia, lo más probable es que usted no contraiga el virus”.

https://www.infobae.com/salud/ciencia/2021/03/03/diez-cosas-que-sabemos-del-covid-19-a-un-ano-de-su-llegada-a-la-argentina/

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